viernes, 17 de enero de 2014

El portador de estrellas

Décimo primera parte
Las siguientes horas fueron confusas. Cuando Lizzie trató de recordarlas más tarde, sólo consiguió recuperó imágenes borrosas y desordenadas.
"Mi padre ha apuñalado a Matthew, ha tratado de acabar con su vida...y asesinó a mi madre" era demasiado para asimilar, y tampoco tenía tiempo para ello, pues sus manos presionaban un pañuelo contra el costado del señor Rencs.
Le habían llevado al salón y puesto sobre la gran mesa. Beatrice, Sylvia y algunas criadas preparaban todo lo necesario para curar y coser la herida...aunque Elizabeth dudaba de que fuera posible. Todo lo que veía era sangre en el pañuelo, en sus manos, manchando la mesa...todo se estaba poniendo rojo.
"¡LIZZIE!" Le gritó Sylvia "sé que esto debe ser traumático para ti, pero te necesitamos aquí en la Tierra"
"Lo...lo siento, ¿qué decías?"
"Eres el jinete más rápido aquí ahora mismo. No creo que Matthew aguante el tiempo suficiente como para que llegues a la ciudad y vuelvas con el doctor, pero puedes ir a por Edmund."
"¿EDMUND?"
"LIZZIE, NO ES EL MOMENTO PARA REPLICAR, ÉL TIENE CONOCIMIENTOS BÁSICOS EN MEDICINA"
Cuando Sylvia quería, podía conseguir cualquier cosa, pensó Lizzie. Y sin perder un segundo más corrió al establo y salió galopando en una yegua pequeña pero veloz.
No creo que sea una buena idea confiar en él.
La voz de Orión la sobresaltó. No sabía si podía responderle, así que siguió galopando con la vista opuesta en el horizonte.
Yo podría indicarte qué hacer.
La chica lo sopesó un segundo pero no podría volver después de haber estado sin hacer nada para de pronto saber exactamente qué técnicas usar.
Lizzie, da la vuelta.
"¿POR QUÉ?" gritó ella en voz alta, ya sin poder contenerse.
Porque no me fío de él, te pedirá algo a cambio.
"¿NO TIENES ESTRELLAS QUE CUIDAR EN ALGÚN LADO?" Estalló ella. Tenía cosas más importantes en las que pensar.
Y ya no volvió a oír voces en la cabeza ni durante el camino, ni cuando se tiró de su montura cuando ésta aún no se había detenido del todo, ni cuando tras mucho insistir le abrieron la puerta...ni siquiera cuando la sirvienta gritó al verla ensangrentada.
"Lizzie, tienes que decirme EXACTAMENTE dónde ha sido el golpe" dijo Edmund mientras atravesaban a toda velocidad el camino de vuelta.
"Pues...sobre..." ella luchaba por buscar las palabras, pero él estaba impaciente, por lo que tomó su mano y la colocó sobre su pecho. Ella iba a retirarla y decirle que era un engreído pero él la retuvo.
"Señálamelo" ordenó él.
Y ella así lo hizo, bajó la mano por su pecho hasta su estómago y luego giró a la derecha. "Aquí"
"No prometo nada, pero puede que se salve" declaró él, y Lizzie respiró hondo por primera vez desde que se había bajado del coche.
En cuanto llegaron, Edmund solicitó intimidad y sólo permitió que Sylvia lo ayudará, por lo que Lizzie se quedó a solas con las criadas en la salita, donde el tiempo pareció congelarse.
Ya está pensó Lizzie yo ya he cumplido, puedo derrumbarme.
Sin embargo, no derramó lágrimas, no salió sonido de su boca...no le quedaban fuerzas.
Pudieron pasar horas, o quizá sólo minutos. Pero de pronto Beatrice pareció darse cuenta de su vestido manchado de sangre hasta los codos, así que la acompañó a su cuarto y preparó un baño.
"Beatrice, ¿se sabe algo?" Preguntó Lizzie.
"Aún no, señorita...debemos tener paciencia."
Y ya no volvió a hablar.
Eran las tres de la madrugada cuando Edmund abrió las puertas del salón. Automáticamente todas las criadas se pusieron en pie, Lizzie apenas levantó la mirada del fuego, temiéndose lo peor.
"Está vivo" dijo, y se dirigió a donde se encontraba la chica "¿has oído, Lizzie? Le he salvado la vida" hizo una pausa, pero ella no contestó "¿Lizzie?...Elizabeth Parcks, si me oyes contéstame ahora mismo"
"No me llames así" contestó ella con una mirada más fría que el hielo "yo no tengo nada que ver con ese asesino"
Edmund sonrió sólo un poco, aliviado de que la chica no estuviera en shock. "¿y con qué apellido me refiero a usted, señorita...?"
"Rencs, Elizabeth Rencs"

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