martes, 9 de abril de 2013

El portador de estrellas.

Cuarta parte:

Lizzie sentía el corazón en la garganta, no podía hablar ni mucho menos moverse. Nunca nadie había sido tan directo con ella, no es que fuera la primera vez que un chico había tratado de cortejarla, pero normalmente los nobles de los círculos donde se movía solían escribir poemas, dedicar canciones...donde no  se utilizaba siquiera su nombre, sino el de una princesa idílica que, "casualmente", poseía todas las cualidades  físicas de ella. Nunca les había hecho caso, siempre pensó que el hombre que la amara debería ser sincero y directo...y allí estaba Orión, confesándole sus sentimientos con apenas unas palabras.
"Liz, me estás preocupando, lo único que haces es mirarme con unos ojos anormalmente grandes y la boca tan abierta como un pez fuera del agua en busca de aire...¿Liz?"
"Yo...yo...yo..."
Toc, toc
"Señorita Parks, ruego me perdone, sé que pidió expresamente no tener criada pero me envía su padre con un regalo, ¿me permite pasar?"
Fue apenas un segundo, Lizzie miró a la puerta, había escuchado la frase pero su cerebro no había sido capaz de procesarla aún. Cuando volvió la vista hacia donde su acompañante había estado sólo un instante antes, encontró que no quedaba de su paso por la habitación más que la ventana del balcón abierta.
"¿Señorita Parks, puede oírme?"
"Sí, adelante, por favor"
Beatrice, la mujer que Sylvia le había ofrecido para que estuviera a su servicio, entró en la habitación con una cajita que Elizabeth había visto muchas veces en el tocador de su madre, y que siempre le había estado prohibida tocar. La sirvienta la abrió y Lizzie pudo admirar la colección de joyas más impresionante que nunca había contemplado.
"Su padre me ha encargado que la peine y le coloque este broche" dijo mostrándole el que sin duda era el ejemplar más magnífico de la colección.
"¿Está segura? Él nunca me ha permitido..."
"No, nunca te he dejado usarlas" dijo su progenitor desde la puerta "Tu madre, cuando aún estaba embarazada de ti, me hizo prometerle que si su bebé era una niña le daría todas estas joyas cuando su futuro marido la pidiera en matrimonio...parecía como si ya conociera su destino..." su mirada se perdió apenas unos segundos en el infinito.
"Padre...yo..." empezó Elizabeth, pero ¿cómo iba a terminar la frase? ¿siento haber nacido?
"Tranquila, Lizzie. Por supuesto no sabemos con certeza si serás preguntada hoy, pero a tu madre le hubiera gustado que la llevases...y para mi será un placer que la lleves"
"Gra...gracias" dijo Lizzie...era la primera vez que su padre le decía algo así.
"Apresúrate, ya hiciste esperar a los Rencs esta mañana"

Un cuarto de hora más tarde Lizzie bajaba las escaleras, al menos eso era lo que su cuerpo hacía...su mente estaba a miles de kilómetros, sopesando si merecía la pena el trato propuesto por Orión. Al fin y al cabo yo tampoco quiero casarme con Tomas...pero nunca había pensado en retrasarlo intencionadamente...ya sé que mi padre no se pondrá de mi lado, quizá sea hora de actuar por mí misma...y así conocería la historia del portador.
"La señorita Elizabeth Parks" anunció uno de los criados cuando Lizzie hacía su entrada en la habitación. Todos se levantaron rápidamente de sus asientos, para sorpresa de la muchacha por primera vez Tomas la miraba a la cara.
"Elizabeth está usted increíble" la frase salió disparada de los labios del único hijo de los Rencs antes de que pudiese pensarla. Todos le miraron con estupor, pero él sólo tenía ojos para Lizzie.
"Gracias señorito Tomas, me alegro que el vestido que he heredado de mi madre le parezca hermoso"
"No es sólo el vestido, Elizabeth" intervino Sylvia para que su hijo tuviera tiempo de serenarse "de verdad que te envidio en estos momentos, eres una joven muy hermosa"
"¿Qué esperabas? Aún recuerdo a su madre el día que se presentó en sociedad...sin duda una jovencita encantadora, pero siento decir que su hija la supera"
"Por favor, van a hacer que me sonroje" dijo Lizzie, no porque no quisiera más halagos sino por la cara que había puesto su padre ante el último comentario.
"Será mejor que pasemos al comedor" dijo Sylvia "O se nos enfriará la comida"

'Te dije que tu color era el dorado'

Fue apenas un segundo, pero ella juraría que había escuchado la voz de Orión en su cabeza. De todas formas, no tenía demasiado tiempo para pensar en ello, iba a sentarse al lado de Tomas y debía desviar la conversación de cualquier tema relacionado con el matrimonio.
La cena iba avanzando, Matthew y el propio padre de Elizabeth estaban inmersos en una conversación de negocios mientras ella intentaba introducir a Sylvia en cualquier tema de conversación que se planteara entre Tomas y ella.
"¿Puedo hacerle una pregunta, Elizabeth?"
"Por supuesto" dijo ella, no le había dado permiso para que la tratase de tú aún.
"Sé que perdió a su madre al nacer...yo mismo perdí a mi único hermano a una edad temprana...conozco de primera mano el dolor que es perder a alguien cercano, pero me preguntaba, si se me permite, ¿la echa usted de menos? Quiero decir, al no conocerla..." Hubo un silencio sepulcral, todos habían oído la pregunta.
"Per...perdone señorita Parks...no sé por qué se lo he preguntado yo..."
"No, no la echo de menos. Quiero decir, me habría encantado conocerla...y por lo que me ha contado mi padre era una mujer digna de admirar...pero mi verdadera figura materna ha sido Anna, mi criada, ella ha ejercido ese papel desde el horrible día en el que le arrebaté la vida a mi madre" dijo esa última frase usando las palabras de su padre.
"¡Lizzie!" dijo Sylvia con horror
"¿He sido descortés hacia usted de alguna forma, Sylvia?"
"No, no, no, por supuesto que no...lo que quiero decir es...no fue culpa tuya corazón, tú no mataste a tu madre...tan sólo fue un terrible accidente"
"Cierto Elizabeth...pasa todos los días, las mujeres embarazadas saben que corren cierto riesgo al quedarse en estado"
Aquello era nuevo y chocante para Lizzie...en su casa siempre se había relacionado su nacimiento con la muerte de su madre...indirectamente siempre se la había culpado...al menos eso había hecho su padre. Ella lo había asumido y a modo de compensación había intentado ser la mejor hija posible, pero siempre había quedado marcada por ese echo. ¿Era justo que estas personas la tuvieran en tan alta estima cuando ella misma no se apreciaba?
"Yo...yo... discúlpenme" dijo Lizzie, levantándose de la mesa. Cuando salió de la habitación aún se controlaba, pero en cuanto cerró la puerta empezó a correr...y aún más rápido a caer las lágrimas por sus mejillas. Escuchó el grito de su padre llamándola, el lamento de Sylvia, la orden de Matthew de que alguien fuera a buscarla y a Tomas...persiguiéndola. Apenas veía ya cuando cayó en algún lugar del inmenso jardín de los Rencs, hacía un frió terrible que se clavaba como agujas en sus hombros descubiertos, salía vaho de su boca con cada apresurada respiración. Un terrible lamento surgió de lo más profundo de su pecho mientras se arrancaba el broche del pelo, no merecía llevar las joyas de su víctima. Alguien atrapo su cara y alzó su cabeza.
"¿Liz?" ella no respondió, no le veía...sólo veía las millones de veces que su padre le había recriminado matar a su madre "Liz, tenemos poco tiempo, Tomas estará aquí en cualquier momento, si quieres que te esconda de él dímelo...si no te dejaré para que te encuentre, pero estaré cerca." Ella le miró, el chico misterioso, aquel con la mirada de un azul más profundo que el universo...
"La maté, ¿soy un monstruo, verdad?" fue lo único que pudo decir.
"No, Liz, su muerte fue un accidente...tu padre te ha culpado todos estos años porque no quiere admitir que si no hubiera sido por él tu madre seguiría viva"
"¿Qué?, ¿Cómo...?"
"Shhhh" dijo posando un dedo en sus labios "Te lo explicaré todo, lo prometo...Tomas se acerca, debo irme"
"No" dijo ella "Quédate..." era un deseo irracional pero, ¿tenía algo de sentido esa noche?
"Estaré cerca, vigilándote" Y con esto desapareció en las sombras

"¡ELIZABETH!" dijo Tomas, que se acercaba a ella corriendo "menos mal que os encuentro...en casa se ha montado un espectáculo. No me he enterado de mucho pero lo último que oí fue a vuestro padre defendiendo lo que habéis dicho...y ahí a sido cuando mi madre se ha dado cuenta de que él ha sido el que os ha inculcado ese terrible pensamiento. No sé si es buena idea volver ahora mismo, aunque todos están muy preocupados por vos" dijo, poniéndole su chaqueta.
"Gra...Gra...cias" dijo ella, le castañeaban los dientes de frío.
"Por Dios Elizabeth, será mejor que te lleve dentro, da igual el huracán que se está desatando dentro...cuando pienso en lo que te ha estado diciendo tu padre todos estos años..."
"Él...él sólo decía lo que creía"
"No le defiendas Lizzie, apuesto a que te ha hecho sentir como un monstruo"
"¿Có...cómo lo sabes?" preguntó ella, era exactamente la misma palabra que había usado ella.
"Porque cuando mi hermano William murió mi tío me culpó a mi...porque si yo hubiera asegurado la silla del caballo el no hubiera caído y..." trago saliva "Cuando mi padre se enteró, le echó de casa y no permitió que se acercara a mí nunca más. Fueron apenas unos meses pero me destrozó totalmente, no debo de imaginar cómo os sentís vos"
Lizzie se sintió tremendamente reconfortada. Allí estaba Tomas, el chico al que siempre había creído estúpido y tímido hablándole desde el corazón, llevándola a su casa después de haberla perseguido con unas temperaturas heladoras y prestándole su chaqueta para que dejara de temblar.
"Lo siento" dijo ella
"Elizabeth, no debe disculparse por nada de lo que ha pasado esta noche"
"No por eso...todos estos años en fiestas, actos sociales...te había juzgado mal, pensaba que eras alguien abstraído, alguien a quien no merecía la pena conocer...pero aquí estás, demostrándome lo contrario cada segundo que pasa"
"Lizzie..."dijo él usando por primera vez la abreviación de su nombre "No me extraña que pensaras eso de mí...cada vez que te veía cerca no era dueño de mí mismo, no podía concentrarme y nunca tuve el valor para acercarme y hablar contigo. Cuando mi padre me dijo que era hora de ir pensando en el matrimonio le dije que sólo había una chica con la que me gustaría casarme, cuando supo que eras tú me deseó suerte, porque sin duda tú podías escoger a quien quisieras con esa belleza. Pero estoy decidido Lizzie, no me importa que la situación de tu padre no sea la mejor, me dan igual los títulos porque yo ya tengo demasiados...lo único que quiero es tu aprobación" dijo llegando por fin al edificio, a una habitación donde la chimenea estaba encendida y el ambiente era cálido.
"Por eso...aunque no es el mejor de los momentos...quiero hacerte una pregunta"