domingo, 31 de marzo de 2013

El portador de estrellas

Tercera parte
La puerta se abrió poco después de la llegada de los Parks a la casa de Linmond de los Rencs. Los anfitriones se encontraban en lo alto de las imponentes escaleras de mármol. Tras ellos se alzaba la impresionante mansión donde los invitados pasarían en fin de semana. El progenitor de Elizabeth miraba toco aquel esplendor maravillado, no fue consciente de que su hija tenía la mirada perdida y temblaba como una hoja en pleno huracán.
Fue él el primero en bajar del coche, inmediatamente tendió la mano a Lizzie, pero ella era incapaz de reaccionar, pasó un minuto entero antes de que ella oyera la voz de su padre que la llamaba.
"Lizzie, cariño, ¿te encuentras bien?" dijo él con una voz dulce que escondía casi a la perfección un ligero tono de amenaza.
"...Sí...eso creo..." dijo, agarrando con su mano helada la que le estaba tendiendo su padre.
"Elizabeth, quiero que me escuches ahora" dijo su padre, entre dientes que fingían una gran sonrisa a los Rencs "no sé qué te pasa ni por qué estás tan pálida pero ahora debes comportarte y sonreír, no me decepciones"
"Sí, padre"

Y así, expresando una alegría exterior que realmente no sentía, subió la maravillosa y bella Elizabeth Parks la escalera, agarrada fuertemente al brazo de su acompañante. Llegaron por fin frente a frente con sus anfitriones y, tras las protocolarias muestras de respeto, Mathew se dirigió a ella.

"Bueno señorita Parks, espero que esa demora de salir fuera para causar aún más expectación y no por miedo a nosotros" dicho esto la deslumbro con una cálida sonrisa, que la devolvió de nuevo a la Tierra.
"Oh, por favor, llámeme Elizabeth, o Lizzie, así es como me conocen mis amistades más cercanas. Y en cuanto a lo del coche, lamento decir que me quedé dormida con los ojos abiertos, anoche era tanta las ganas de venir aquí y conocerles que apenas dormí, ruego me perdone"
"¿Perdonarte? Tranquila Lizzie, nosotros apenas hemos conseguido caer en los brazos de Morfeo esta noche tampoco. En esta casa no se habla de otra cosa que de tu llegada desde hace semanas, se ha planeado cada detalle, esperamos que todo esté a tu gusto."
"Oh, por favor, no pensé que mi visita precisaría de tanta atención, no era necesario"
"Por supuesto que sí" intervino Sylvia "vas a ser nuestra futura hija, no podemos hacer menos que recibirte como es debido, como si fueras una princesa"
Lizzie tembló ligeramente ante la palabra hija, aquella frase era la evidencia de que ambas familias habían planeado su enlace desde hacía meses y que ambas habían tenido tiempo más que suficiente para hacerse a la idea. ¿Estaría Tomas tan convencido como su madre?
"Y por supuesto ya conoces a nuestro hijo" continuó la señora Rencs "Venga Tomas, no te hemos educado para esconderte de las señoritas"
"Espero que el viaje...fuera de su agrado señori...quiero decir Elizabeth" dijo Tomas, mirándole el cuello en lugar de la cara.
"Tampoco le hemos enseñado a hablar con señoritas tan guapas, me temo" bromeó el señor Rencs, "pero pasemos, es tarde y empieza a anochecer. Charles, Robin, acompañen a nuestros invitados a sus habitaciones para que puedan asearse y cambiarse para la cena"

Habrían pasado dos horas cuando Lizzie terminó de arreglarse. Había preferido declinar el ofrecimiento de los Rencs de tener una criada de la casa a su servicio, estaba tratando de prolongar lo máximo posible el tiempo en el que sería su cuarto durante los dos próximos días antes de bajar de nuevo al comedor y tener que fingir sonrisas y tratar de tener una conversación con Tomas.

"Definitivamente el dorado es tu color"
Lizzie se volvió asustada, estaba sola en aquel cuarto, o eso era lo que ella creía.
"Bueno, ¿te vas a quedar mirando a todos lados o vas a tener la bondad de abrirme la puerta del balcón?"
Entonces fue cuando se dio cuenta que él estaba ahí, el chico tan misterioso del puerto...el portador de estrellas.
Durante un segundo se quedó parada, pero al siguiente ya estaba corriendo al pomo de la cristalera
"¿Qué haces aquí?, ¿cómo me has encontrado?, ¿por qué me persigues?, ¿es cierto lo que pasó el otro día en el puerto?, ¿qué hiciste conmigo después de desmayarme?" las preguntas salían de la boca de Lizzie como un torbellino.
"Eh, eh, eh, tranquila...yo también me alegro de verte de nuevo Elizabeth. Es un placer sentir los buenos modales de las chicas bien educadas" dijo el mientras pasaba y cerraba la puerta "En cuanto a tus preguntas, lo que estoy haciendo es contemplarte a ti y los acontecimientos de esta noche que seguro serán memorables, saltémonos por un momento la de cómo te he encontrado. Te persigo porque te encuentro fascinante y porque..." calló un segundo "en cuanto a lo que pasó el otro día en el puerto, todo depende de lo que recuerdes y después de desmayarte te llevé a casa, sin paradas"
"¿Quién...qué eres?"
"Ya lo sabes, el portador de estrellas"
"Sí pero...quiero saberlo todo...¿cómo una persona, suponiendo que lo seas, puede controlar las estrellas?"
"jajaja, suponiendo que lo seas muy bueno Liz. Te lo contaré todo con una condición"
"¿Liz? mi nombre es Elizabeth Parks"
"Ya, pero es que todo el mundo te llama señorita Elizabeth, Elizabeth o Lizzie...y como yo soy distinto al resto quiero llamarte de forma distinta...de todas formas ¿de verdad te ofrezco el secreto de mi pasado a cambio de una condición y me preguntas por qué abrevio tu nombre? Increíble"
"Esta bien, llámame Liz si te place, pero debes decirme tu nombre"
"Mi nombre se borró de mi memoria hace mucho, pero puedes escoger para mí el nombre que desees"
"Está bien...mmm...te llamaré Orión"
"¿Orión?, ¿como la constelación?"
"¿No es apropiado?" preguntó ella
"Mucho" concedió él
"¿Cuál es tu condición?"
"Te iré contando la historia de mi vida siempre que no te cases con Tomas Rencs, mientras más tiempo consigas esquivar el matrimonio, más sabrás de mí"
"¿Por qué te interesa que no me case con Tomas?"
"¿No es obvio? porque estoy loco por ti"

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