lunes, 21 de enero de 2013

Compás de dos por cuatro

Y ahí estaban, refugiados en un rincón oscuro, lo más próximos que podían...si hubiera habido alguna forma de fusionarse, ellos la habría llevado a cabo. Porque cada uno era la mitad que le faltaba al otro, porque de alguna forma habían nacido con el corazón equivocado y sólo cuando estaban juntos éstos se sentían felices...aunque a veces latieran a destiempo. Había lágrimas en los ojos de uno, que no tardaron en florecer en los del otro...apenas había luz, pero podían intuirse el uno al otro, si le hubieran preguntado a ella en ese momento, no hubiera podido pensar en un lugar más romántico que aquel sótano.
Entre suspiros se susurraron sus miedos...miedo a equivocarse, miedo a que uno dejara de sentir,...miedo a perder al otro. La sola idea de separarse por una semana rasgaba algo dentro de ellos, pero dejar de verse para siempre...eso era inconcebible, el sólo pensamiento de dejar de estar a su lado la hacia temblar y llorar...tanto como sólo lo había hecho una vez, pero ni mucho menos con tanto sentimiento como en ese instante, no había sensación parecida, no había dolor igualable.

"¿Recuerdas cuando te dije que creía que eras mi media naranja?" dijo ella, él asintió "bueno, pues ya no es una creencia, es una certeza" y le besó, un beso muy dulce a pesar de que sus saladas lágrimas, las de ambos, corrían por sus mejillas.
"Tú eres mi media manzana...¿qué? soy más original que el resto" dijo él, porque esa era su forma de ser, y era una de las cosas que la volvía totalmente loca.
"Tú eres la negra que completa mi compás de dos por cuatro" aseguró ella, pues sabía que para ambos la música era una parte de sus vidas, que él respiraba música y que sería de los pocos que entendería una frase así. 

Y se fundieron en un beso apasionado, donde quedó claro que ambos se pertenecían, y que no había miedo que pudiese romper lo que, a pesar de haber sido construido tan rápido, era tan sólido.


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