Abro los ojos y allí estoy, una vez más enredada en la cama de la casa donde pasé gran parte de mi verano...inspiro y por primera vez me doy cuenta de que ya no duele. Salgo de ella, en la mesilla de noche aún está mi diario (cómo no, cubierto de mariposas) que guarda mis secretos y nuestra historia...pero habla en presente cuando en mi mundo
ya es pasado.
Y sonriendo me voy a la playa, porque no hay que tener miedo a la vida, porque espero no olvidarme de vivir.
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